Escuchando la tonada de aquel viejo tango se asoman algunas lágrimas a mis ojos, no puedo evitar sentir melancolía, recuerdo aquellos tiempos en los que ser feliz se me hacia tan fácil, vivir era tarea sencilla iba y venia como quisiera, reía, lloraba y gritaba como y cuando se me antojase, tengo tantas memorias abarrotadas de pasiones, sentimientos y emociones que me hacen sentir tembloroso, ahora después de haber experimentado la dicha no consigo encontrar el eje de mi vida, el motor que mueva mis días, que me incite a reír o llorar, intento hablar pero no me consigo escuchar, quiero mirar y no puedo enfocar, es que... ¿los años han desgastado tanto mis órganos como mis sentimientos?
Ahora estoy desterrado en este sitio tan deprimente en el que los días y las noches son iguales, para mí ya no hay sol, ya no hay luna, ni estrellas a las que poderle pedir un deseo... desearía poder salir de aquí, estas cuatro paredes, este techo tan cerca del suelo que siento caerá el minuto siguiente a mis pies, las horas y los minutos se me hacen una eternidad, son todos tan iguales, supongo que los días siguen pasando pero ya no lo puedo diferenciar, ya no hay quien me venga a visitar, ni nadie a quien la bendición echar, no puedo ni tropezar con la reminiscencia en mi mente de como vine a parar a este lugar, miro a mi alrededor y no hay mas que otros que al igual que yo han sido escogidos para ser olvidados incluso hasta por el propio olvido, unos mas locos que otros, viejos o jóvenes, con camisas que le sujetan las manos a la espalda y narcóticos que le hacen desorientar los ojos, es terriblemente triste encontrarse en este lugar donde la compasión perdió su lugar.
Condesa...
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